domingo, 20 de noviembre de 2011

Capítulo 13

No me he muerto... pero últimamente no encontraba el tiempo suficiente para poder publicar y pasar todo lo que había escrito al ordenador, perdonad las molestias, he subido algunas fotos en plan como me imagino yo a los personajes,espero que os guste este capítulo:

- Tía, ¿pero qué dices?, ¿cómo va a estar él por una chica como tú?
¿Qué pasa conmigo?
A ver Claudia, simplemente no eres su tipo.
- Ahh, ¿qué tiene un tipo?
Sí, no sé chicas más populares y eso, y no tan sentimentales como tú.
- ¿Acaso me conoces?
- No mucho, pero por lo que he visto eres una persona que sufre mucho por las cosas, y eso a él no le va…
- ¿Te molesta que le guste?
- ¡Ya te estoy diciendo que no le gustas!¿Te lo digo más claro?

Sin darme tiempo a reaccionar, ella ya había salido del lavabo, me quedé reflexionando sobre la conversación anterior. ¿Por qué se molestó tanto Carol cuando le dije que no sabía si yo gustaba a Dani?...Espera… ¿no será que a ella le gusta él no? Pero si fuese así, ¿me lo habría dicho no? Dejé de comerme la cabeza con ese tipo de estupideces y salí del baño. La imagen que vi a continuación me dejó sin aliento, la sangre no me circulaba por el cuerpo, no era capaz ni de respirar. Carol estaba hablando con Dani, y viendo la reacción de este, no es que fuese de nada bueno. Él la miraba con cara de asombro como si no se terminase de creer lo que le estaba contando Carolina.
No sé si fue suerte o no, pero la campana empezó a sonar. Me dirigí hacia clase, antes de tomar acciones precipitadas necesitaba hablar con Carol, para solucionar nuestra pequeña discusión.
Pero eso no pasó ya que Carol ni me dirigió la palabra, es más no se sentó ni siquiera al lado mío. Me cansé del dichoso numerito así que no hice nada por intentar arreglarlo. Cogí el cuaderno de física y empecé a escribir:

“No entiendo este mundo, ¿por qué la gente se enfada contigo por una opinión? ¿Qué les has hecho tú, sólo decir lo que te pasa?
¿Por qué no puedo encontrar a una persona con la que pueda consolarme? Esto es verdaderamente injusto. Toda la gente parece feliz… y yo en cambio nunca lo he sido. Para mi la vida no es un sueño, tan sólo es una pesadilla que tienes que superarla cada día. No aguanto más a mis compañeros, no aguanto más a mis padres, no aguanto más a mi hermana, no aguanto a esas niñatas que se piensan que son las mejores en todo, no aguanto a tanto gilipollas suelto que vacila a la gente más débil, ¡no aguanto más!”

Cuando terminé de escribir, respiré hondo y me calmé, yo no podía cambiar a la gente, ni siquiera yo podía cambiar mi forma de ser.
La hora de física se me pasó rápida, yo simplemente volvía a estar en mi mundo.
Cuando sonó la campana fui corriendo a la clase de Historia puesto que tenía un examen de esa asignatura ahora. El profesor repartió las hojas de los exámenes y cada uno fue poniendo su respectivo nombre.
Lo leí una vez entero, para saber si todo lo que preguntaba me lo sabía. Estaba en lo cierto me lo había estudiado todo, con lo que empecé a escribir pero no sé si fueron los nervios o que estaba pensando en lo que ocurrió en el patio, que no me pude concentrar lo suficiente.
Terminó la hora y entregué mi examen, el profesor me miró con cara interrogante y yo le sonreí.

Pasaron las horas, y cada vez me sentía más sola. No encontré a Carolina por ninguna parte, parecía como si la tierra se la hubiese tragado.

Cuando fue la hora de irse a casa, preferí no coger el autobús, ya que quería tomar un poco el aire. Caminé por las calles en pleno otoño, viendo como las hojas de los árboles se caían, notando como el aire me rozaba la cara, sintiendo un ápice de frescor invadiendo mi cuerpo. Me encantaba esta estación, quizás porque el tiempo se parecía a mi personalidad, algo fría por fuera pero muy sentimental por dentro. Recordaba las carreras que hacía con mi hermana cuando éramos pequeñas, la felicidad de llegar a casa empapada porque había llovido y echarme en el sofá a ver una película… Echaba de menos mi antiguo pueblo, mis antiguas amigas, mi mejor amigo…
Sí la verdad es que mejor amiga nunca he tenido, aunque últimamente con la que más quedaba para salir era con Sandra; en cambio mejor amigo sí que tuve porque según mi opinión los chicos son mucho más fáciles de comprender y eso es lo que me gustaba de ellos.
Inconscientemente iba caminando por las calles vacías en esta época del año, cuando miré de frente y vi a un chico sentado en un banco, algo apenado. Mi primer impulso fue acercarme pero cuando vi quién era me lo pensé un poco más, era Carlos. Le veía triste, casi llorando, por lo que sin pensármelo dos veces fui hacía su encuentro.

Cuando me encontraba casi a su lado, el subió la mirada hacia mí, y entonces me reconoció, me fulminó con la mirada y se dispuso a irse hasta que yo le dije:
-          Carlos por favor no te vayas.
-          ¿Co-co-como sabes mi nombre?- tartamudeó.
-          Me lo dijo Lucas- en cuanto pronuncié su nombre observé que su mirada transmitía algo de anhelo, pero intentando que yo no lo notase respondió.
-          ¿Ese gilipollas todavía se acuerda de mí?- ¿cómo ha podido llamar gilipollas a Lucas? Vale, he de reconocer que se pasa un poco, pero no le veo mala persona.
-          ¡Cómo que gilipollas!- grité malhumorada- ¡Él por lo menos ha tenido la decencia de comportase como una persona conmigo! ¿sabes?, tú ni siquiera lo has intentado. ¡Así que si aquí hay algún gilipollas eres tú!
-          Mira niñata no estoy como para discutir, tú haz lo que quieras, yo ya te he dado mi opinión- y se marchó.

¿Qué tiene Carlos en contra de Lucas? ¿Ha preguntado si Lucas se acuerda de él?
Humm tengo la impresión, de que aquí ha pasado algo gordo, y que Carlos se comporta como lo hace por algo que ha pasado.
Me faltaba poco para llegar a casa, pero atisbé una casa que me pareció familiar… Sí esa era la casa del abuelo de Lucas. ¿Le pregunto sobre lo que pasó hace tiempo? ¿Pero y si se enfada por meterme dónde nadie me llama?
Me encontraba indecisa en frente de la puerta. Decidí dejarlo para otro día, pero cuando me giraba para marcharme, la puerta se abrió y salió un hombre de anciana de edad que me reconoció.
-          Hombre Claudia, ¿Qué haces por aquí? ¿Necesitas algo o te has vuelto a perder?- formuló la última pregunta con una amplia sonrisa en los labios. No me lo pensé dos veces y pregunté:
-          ¿Está Lucas dentro, es que tengo que hablar de algo con él?
-          Sí, preciosa pasa.

Me llevó hasta una pequeña sala, deduje que era el salón.
-          ¡Lucas!- gritó el anciano- baja que tienes visita- Tardará un poco ya sabes como es, así que mientras esperas quieres algo de beber o de merendar.
-          No muchas gracias, no tengo hambre -sonreí.

El anciano se fue a la cocina, y me quedé sola en el salón, miraba hacia mi alrededor, hasta que mis ojos se clavaron en una foto. Me levanté y fui a mirarla detenidamente, salían dos niños, uno rubio y otro moreno, el rubio se encontraba a la derecha de la foto sacando la lengua y estirando el brazo derecho con el pulgar hacia arriba, ese seguro que era Lucas, ¡qué mono!, el otro en cambio se reía de su amigo a más no poder, intenté averiguar si iba a mi colegio, me pareció algo familiar, pero justo en ese momento alguien me tocó el hombro, me giré y vi a Lucas, su semblante era serio, nunca lo había visto de esa manera, me intimidó un poco, pero por fin logré decir:
- Lucas, tenemos que hablar.


CONTINUARÁ...

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