Para empezar, ya sé que es un capítulo algo cortito pero es que si no, no os dejaba con la intriga, hahaha.
Como estamos en navidad hoy tenía pensado subir un capítulo, pero como habéis esperado bastante ( ya que no he podido escribir hasta ahora) pues os he subido otro capítulo como recompensa :)
Espero que os guste, porque yo realmente tenía muchas ganas de subirlo, porque quería que descubrieseis un poco más de este personaje, ya que con lo poco que se relaciona pues nadie dice nada. Pues eso que como estamos en navidad espero que descubráis más cosas de una forma externa de la historia.
¡Un besazo a todos!
Carlos
Carlos
Las calles en esta época del año están vacías, el aire está en mi contra, el cielo está gris, parece que tarde o temprano iba a empezar a llover. Ojala yo fuera como una tormenta y pudiese explotar en cualquier momento, necesito hacerlo…
La observo por detrás, ella no me ve, pero yo la sigo, cuando llega a su casa abre su madre y entra. La envidio. Odio a todo el mundo, odio oír sus risas, sus caras de felicidad, les odio, a cada uno de ellos.
Camino por las calles desiertas, no hay nadie ¡mejor!, no quiero estar con nadie, que nadie interrumpa mi paz. Me siento en el banco más cercano que encuentro.
Saco de un bolsillo una caja, la observo detenidamente y me vienen a la cabeza un montón de imágenes, sobre todo malas.
Todavía recuerdo el día que me dieron mi primera caja de papel de liar.
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Estaba en la salida del colegio, tendría aproximadamente 13 años. Iba con Lucas: mi mejor amigo. Unos chicos tres años más mayores que nosotros que nos esperaban a la salida del colegio, nos dirigieron hacia un callejón, yo no quería ir pero no podía dejar a Lucas solo, era mi amigo. Uno de ellos, el más mayor nos preguntó:
- ¿Fumáis?- nosotros dos negamos con la cabeza- probarlo, no os va a pasar nada, sólo es papel, como ese que malgastáis en ese estúpido colegio pero ahora lo disfrutareis.
Yo iba a volver a negarme cuando vi que Lucas me había dejado tirado; yo que le he acompañado para que no le pasara nada y va ahora y es él el que no me ayuda. No sabía cómo salir de aquella situación. Los cuatro chicos se me acercaron y formaron una especie de cuadrado. No sabía qué hacer. El cuadrado que nos separaba cada vez se hacía más pequeño. Uno me propinó un buen golpe en la cara, otro sin preaviso me empujó contra el suelo. Intenté hacerme un ovillo, me sentía muy pequeño, quería desaparecer de ahí y volver a ser feliz, pero ellos no paraban de darme patadas. La cara me empezaba a sangrar y en un instante perdí el conocimiento.
Cuando me desperté me encontraba en el hospital, no sé cómo llegué pero ahí estaba, en una camilla. Todo el cuerpo me dolía y no me acordaba de lo que había pasado.
Una voz hizo que despertara de mi estado de shock.
- ¿Estás mejor?- preguntó una fina voz.
Me giré y vi a una chica rubia de ojos azules apoyada en el marco de la puerta.
- Eh… sí, supongo-dije-¿qué hago aquí?
- En cuanto te vi en ese callejón, con esos chicos pegándote llamé a la policía. Perdiste el conocimiento y se fueron, creo que fueron a buscar a otro chico que no se desmayase como tú- rió, yo también lo hice, tenía una sonrisa muy bonita, sincera-y la ambulancia no tardo en llegar-siguió.
- ¿Tan mal estoy?
- Si estar bien es que te tengan que dar unos cuantos puntos en el ojo, dos costillas rotas y todo el cuerpo amoratado, sí, creo que estás bien.
- Bueno, tampoco es tanto.
- ¿Te parece poco?
- No, pero podía haber sido peor.
- Ya…
En ese momento entraron mis padres, estaban algo acalorados, por lo que deduje que se habían dado mucha prisa por llegar.
- Hijo, ¿qué tal estás? Hemos venido lo antes posible.
- Bien mamá, no hacía falta, estoy bien.
- El doctor no dice lo mismo.
- ¿Y Andrea?
- Estará al llegar, acabamos de llamarla-dijo mi madre.
Estuvieron bastante rato interrogándome por lo que había pasado esa tarde, pero yo tampoco tenía muchas ideas claras. Mis ojos buscaban a esa chica que me había “rescatado”, pero no estaba, se había ido. De improviso sonó el móvil de mi padre.
- ¿Diga?- dijo con un tono muy formal
Alguien al otro lado de la línea contestó, la cara de mi padre palidecía a medida de que el interlocutor hablaba. Mi madre le preguntó quién era, pero mi padre no respondía, se había quedado paralizado. El móvil se le resbaló de las manos y antes de que cayera al suelo mi madre lo cogió. Se llevó el móvil en la mano y se calló para poder escuchar lo que le decían. Su cara de confusión pronto cambió a la de horror.
- ¡Qué!- gritaba histérica, ya ni siquiera hacía caso a la persona del móvil- ¡No puede ser! ¡Se habrán equivocado! ¡Es imposible!
Mi madre por fin colgó el móvil, mi padre seguía sin reaccionar.
- ¿Qué pasa mamá? ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué gritabas al señor del teléfono?- no había respuesta- ¿Alguien me puede responder de una vez que es lo que está pasando?
Mi madre se salió de la sala y pude ver que empezaba a llorar. Mi padre al final, despertó de su estado de su estado paralizado y dijo:
- Andrea...
- Andrea...
CONTINUARÁ…