martes, 28 de junio de 2011

Capítulo 4


Era un libro muy siniestro, era sobre algo relacionado con la muerte o algo así, resumiendo: me cagué en cuanto vi la portada… El chico inmediatamente me lo quitó de las manos, fue un gesto tan brusco que hasta me intimidó. Cuando se alejó el chico, yo me despreocupé del tema, ya que se supone que no hay que juzgar a una persona por las apariencias y a lo mejor es lo que estaba haciendo yo. Así que sin darle más vueltas regresé a mi clase, sin saber que iba a ser lo peor…
Cuando llegué a clase mi pupitre estaba tirado en el suelo y todos los libros esparcidos por la clase, ¡no me lo podía creer! Acababa de llegar nueva y ya me estaban vacilando. Corriendo recogí todo lo que había en el suelo y lo metí en la cartera. Una vez recogido todo salí pitando de clase para dirigirme al autobús, pero con todo el trasiego ya se había ido. Me arrinconé en una esquina esperando que llegase el autobús, cuando una lágrima empezó a resbalar por mi mejilla. ¡Dios, estaba llorando!, -no, aquí no -me dije, pero ya era demasiado tarde, Lucía me había visto e iba a contárselo a todos los chicos de la clase. Nada más enterarse de que yo estaba llorando, todo el mundo se empezó a reír y a burlarse de mí, todos hasta los que creían que eran mis amigos…
Creo que fue el espíritu que me salvó, que justo en ese momento pasó otro autobús.
Me subí y me senté en el último asiento de todos intentando pasar de las burlas de los demás. Se me hizo un trayecto eterno; cuando al final llegué a casa, subí corriendo las escaleras y cerré la puerta de mi habitación con un portazo. Cogí la mochila y la tiré al suelo, y me quedé llorando en la cama.
Cuando llegó la hora de cenar mi madre tocó en la puerta:
- Claudia, ya está la cena.
- No quiero cenar, respondí bruscamente.
- Venga cielo, déjame pasar y hablamos de cómo te ha ido el cole.
- No quiero hablar.
- Venga Clau, por favor.
- ¡Qué me dejes en paz mamá, no quiero hablar contigo!
En ese momento oí como mi madre bajaba las escaleras entristecida y le comunicaba a mi padre mi decisión de no bajar a cenar.
Entonces cogí mi diario (si vale, lo sé, puede parecer un poco cursi o infantil, escribir en un diario, pero en cambio a mí me tranquiliza, me ayuda a colocar mis ideas, me ayuda a plantearme el día para poder ver las cosas que me han sucedido, y lo siento, pero me gusta escribir en un diario y eso sí que no lo voy a cambiar) y empecé a escribir cosas sin sentido:
"Todo esto es Injusto, MI VIDA ES INJUSTA, YO NO DECIDÍ CAMBIARME DE COLEGIO, PERO LO HICE POR MI MADRE, ¿Y QUÉ RECIBIÓ A CAMBIO? QUE ME HUMEYEN EN EL COLEGIO ESTOY HARTA DE TODO, SIEMPRE PASA LO MISMO, SE METEN CON MIGO A MÁS NO PODER PERO YO NO LES HE HECHO NADA, PERO JUSTAMENTE POR ESO SOY EL OBJETO DE BURLA. Quiero cambiar ¡necesito cambiar!, voy a intentar ser más fuerte o por lo menos aparentar eso, porque estoy harta de la gente que piensan que NADIE TIENE SENTIMIENTOS, QUE NUNCA HIEREN A NADIE, PUES ESTA VEZ PASO. VOY A SER MÁS FUERTE."
Cerré mi diario, y me metí en la cama; durante un buen rato estuve meditando sobre lo que me había pasado hoy, la verdad es que no era la primera vez. Ya me había ocurrido anteriormente, pero me frustraba al ver que me seguía pasando. A ver yo nunca había sido la típica chica “cool” del instituto, pero no sé, tampoco era tan rara ¿no?
Paralelamente a esto, había una persona en su habitación que se sentía  culpable de lo que había pasado hoy en el colegio, no es que ella estuviera implicada sino que, no conseguía plantar cara a ese o esa niña que siempre humillaba a todo el mundo con el fin de sentirse mejor.
No, ya estaba harta, quería tener una amiga de verdad, una amiga a la que le pudiese contar todo lo que quisiese, secretos, amores, paranoia, risas…
Un nuevo día llegó, bajé a desayunar tranquilamente, sólo que ahora vestía diferente, vestía mucho más pijo de lo que a ella le gustaba, se había maquillado de una manera exagerada y la falda la tenía más corta de lo normal, su madre se quedó anonadada cuando la vio pero ella ni se inmutó, fue hacia la parada del bus, y se subió.
Ese día, el conductor no paró en la parada de Lucas, que raro pensé, bueno se habrá puesto malo, llegué al colegio y me dirigí en mi clase. Tuve una intuición muy satisfactoria, sabía que había gente que hoy se quería reír de mí, en cambio al verme pasar por el pasillo para dirigirme a mi clase, nadie abrió la boca. Primera fase conseguida:
 "Nadie se volverá a reír de mí".
Cuando llegué a mi clase, Carol me esperaba sentada en su pupitre pero yo en cambio, me senté al lado de una de las “pijas” de clase. Noté como Carol me miraba con cara extrañada, pero yo una cosa sabía, el grupo al que consideraba “amigos” me dejó tirada ayer, y Lucía fue la primera que se quiso reír de mí.
Así que durante las clases, en vez de compartir palabras con Carol, compartía conversaciones con una tal “Jassie”. Jassie era bastante perfecta, tenía el pelo rubio largo, con unos ojos preciosos de color esmeralda, y por lo que me enteré en clase, era la capitana del grupo de las animadoras es decir, Jassie era una rompe-corazones, puff, justo como yo ¿no?, que sólo había salido con un chico en verano… Y ni siquiera eso había sido del todo real, ya que se fue cuando sólo llevábamos una semana saliendo, bueno sin irme por las ramas, yo no soy como Jassie, aunque sinceramente sí que más de una vez de mi vida había soñado con ser “popular”, pero bueno ahora ya no importa, me lo estaba pasando muy bien con Jassie, y no quería estropear el momento con mis paranoias (ya entendéis porqué necesito una amiga,¿no?, para no aburriros con eso…).
Durante una semana, quedábamos todos los días (que podíamos claro), algunas veces nos íbamos de compras, otras nos quedábamos en casa a ver una peli, es decir lo que se suele hacer cuando te lo pasas bien con una persona. Creía que todo iba bien, pero la realidad se coló en mi vida, e hizo que otra vez empezara la misma cantinela.
- Oye Clau, ¿podemos irnos hoy a una disco?
- La verdad, es que nunca he ido a ninguna.
- ¿A ninguna?
- Pues no.
- Bueno…, me tengo que ir ya hablamos ¿vale?
- Pero, Jassie…, espérame.
- Es que tengo mucha prisa, lo siento, ya te llamaré.
- Pero…
Y se fue, ¿Qué habrá pasado?, ¿Pero qué he dicho?
CONTINUARÁ…

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