¿Quién podría ser? Yo no esperaba una llamada, entonces ¿quién era?
Para salir de dudas cogí el teléfono y respondí:
- ¿Diga?- pregunté
- Claudia, te quiero, ¡me quiero casar contigo! -respondió la otra voz al lado del teléfono.
- ¿¡Pero quién coño es!? -grité desesperada.
Oí unas risas por detrás. Eso ya sí que fue la gota que colmó el vaso, así que colgué. El teléfono volvió a sonar, pero esta vez no lo cogí, si esos imbéciles que estaban llamando querían vacilarme yo no lo iba a consentir. Subí hacia mi cuarto y me metí en el tuenti, tenía un mensaje privado; lo abrí y en este ponía:
Claudia, te quiiero, y te e queriido siempre, ia no abrá impedimentos para que podamos estar juntoss, si sq desde q t vii me enamore de tiii i te conseguire i serasss miiiia.
La verdad, es que ahora me empezaba a asustar, ¿pero de qué va la gente, se aburre mucho en casa no? Me fijé en el nombre que tenía del tuenti, pero no me dio muchas señales ponía algo así como “Loco por tí”, ¿pero quién coño era?, ya me estaba hartando. Que pesada es esta persona, pero a la vez me da algo de miedo, ¿y si es un pederasta?, uii que mal rollo…
Enseguida llamé a mi madre, y me lo cogió mi hermana:
- ¿Diga?- preguntó
- Lorena, ¿y mamá?
- En el hospital.
- ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?
- Pues que papá se ha puesto enfermo.
- ¿Cómo?, voy para allá enseguida, ¿en qué hospital estáis?
- En el Cervantes.
- Vale, ya voy.
Para salir de dudas cogí el teléfono y respondí:
- ¿Diga?- pregunté
- Claudia, te quiero, ¡me quiero casar contigo! -respondió la otra voz al lado del teléfono.
- ¿¡Pero quién coño es!? -grité desesperada.
Oí unas risas por detrás. Eso ya sí que fue la gota que colmó el vaso, así que colgué. El teléfono volvió a sonar, pero esta vez no lo cogí, si esos imbéciles que estaban llamando querían vacilarme yo no lo iba a consentir. Subí hacia mi cuarto y me metí en el tuenti, tenía un mensaje privado; lo abrí y en este ponía:
Claudia, te quiiero, y te e queriido siempre, ia no abrá impedimentos para que podamos estar juntoss, si sq desde q t vii me enamore de tiii i te conseguire i serasss miiiia.
La verdad, es que ahora me empezaba a asustar, ¿pero de qué va la gente, se aburre mucho en casa no? Me fijé en el nombre que tenía del tuenti, pero no me dio muchas señales ponía algo así como “Loco por tí”, ¿pero quién coño era?, ya me estaba hartando. Que pesada es esta persona, pero a la vez me da algo de miedo, ¿y si es un pederasta?, uii que mal rollo…
Enseguida llamé a mi madre, y me lo cogió mi hermana:
- ¿Diga?- preguntó
- Lorena, ¿y mamá?
- En el hospital.
- ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?
- Pues que papá se ha puesto enfermo.
- ¿Cómo?, voy para allá enseguida, ¿en qué hospital estáis?
- En el Cervantes.
- Vale, ya voy.
Cogí las llaves, cerré la casa, y me puse a esperar al autobús, pero no llegaba, ¡qué demonios! Cuando lo necesito yo bien que tarda…
Al final llegó, y me subí; cuando me bajé fui directa al hospital y pregunté por mi padre.
Al final llegó, y me subí; cuando me bajé fui directa al hospital y pregunté por mi padre.
- ¿José Molina?
- Habitación 214, segunda planta a la derecha.
- Habitación 214, segunda planta a la derecha.
Subí las escaleras y me precipité hacia la segunda planta y busqué la habitación 214.
A ver… 210, 212, 214… ¡Por fin!
Entré en la habitación y pude observar como mi padre yacía en la cama casi inmóvil, a los dos lados de la cama se encontraban familiares míos. A la derecha estaba mi madre agarrándole la mano fuertemente, y con un par de lágrimas cayéndose por sus ojos, al lado de ella estaba mi hermana más triste de lo habitual intentando leer un libro que le había regalado por su cumple el año pasado; a la izquierda de mi padre se hallaban mis abuelos, mi abuela estaba sentada en una silla, y mi abuelo a su lado apoyado en su bastón. Conocía su expresión; era la misma que tenía cuando estaba preocupado por el trabajo de mi padre.
Instintivamente me acerqué y dije:
- Mamá, ¿cómo no me has avisado antes?
- Lo intenté hija, llamé a casa pero nadie me lo cogió.
A ver… 210, 212, 214… ¡Por fin!
Entré en la habitación y pude observar como mi padre yacía en la cama casi inmóvil, a los dos lados de la cama se encontraban familiares míos. A la derecha estaba mi madre agarrándole la mano fuertemente, y con un par de lágrimas cayéndose por sus ojos, al lado de ella estaba mi hermana más triste de lo habitual intentando leer un libro que le había regalado por su cumple el año pasado; a la izquierda de mi padre se hallaban mis abuelos, mi abuela estaba sentada en una silla, y mi abuelo a su lado apoyado en su bastón. Conocía su expresión; era la misma que tenía cuando estaba preocupado por el trabajo de mi padre.
Instintivamente me acerqué y dije:
- Mamá, ¿cómo no me has avisado antes?
- Lo intenté hija, llamé a casa pero nadie me lo cogió.
No puede ser, fue ella la que llamó esa segunda en la que yo me pensé que serían los imbéciles que habían llamado antes al teléfono. Vaya marrón, había metido la pata hasta el fondo, o sea que mi padre se podría estar muriendo que yo no hubiese cogido el teléfono, ¿dios, cómo soy tan estúpida?
- No lo oí, mentí. ¿Qué le pasa a papá?
- Pues que al salir del trabajo, le ha dado un infarto y me ha llamado su secretaria, pero esperamos que no sea grave.
- No lo oí, mentí. ¿Qué le pasa a papá?
- Pues que al salir del trabajo, le ha dado un infarto y me ha llamado su secretaria, pero esperamos que no sea grave.
En ese preciso instante apareció el doctor.
- Bueno, ya veo que está la familia al completo, pero necesito al paciente para hacerle algunas pruebas más.
- ¿Más pruebas? Dijo preocupada mi madre.
- Sí, pero son poca cosa, le intentó animar el doctor.
- ¿Se pondrá bien?, pregunté.
- Eso espero, contestó, y mi madre se puso otra vez triste.
- ¿Más pruebas? Dijo preocupada mi madre.
- Sí, pero son poca cosa, le intentó animar el doctor.
- ¿Se pondrá bien?, pregunté.
- Eso espero, contestó, y mi madre se puso otra vez triste.
Una vez dicho esto. Todos salimos de la habitación y dejamos al doctor con mi padre.
Mientras estaba sentada en una silla de espera en el hospital, sonó mi móvil.
Bip, bip, bip, era un mensaje de Natalie, que ponía:
Mientras estaba sentada en una silla de espera en el hospital, sonó mi móvil.
Bip, bip, bip, era un mensaje de Natalie, que ponía:
Iamame cuando podas.
Teqq. Natalie
Cogí mi móvil, busqué en la agenda su número de teléfono y la llamé:
- ¿Natalie?
- No, tu vecina de al lado -me soltó de forma sarcástica- necesito hablar contigo, necesito que me digas tu decisión sobre lo que te conté.
- No he podido pensarlo, lo siento mucho, es que ahora estoy en el hospital porque mi padre está enfermo, dije abiertamente como si la conociese de toda la vida.
- Perdona, -se disculpó- no lo sabía, en seguida estoy para allá.
- No hace falta Natalie, yo…
Teqq. Natalie
Cogí mi móvil, busqué en la agenda su número de teléfono y la llamé:
- ¿Natalie?
- No, tu vecina de al lado -me soltó de forma sarcástica- necesito hablar contigo, necesito que me digas tu decisión sobre lo que te conté.
- No he podido pensarlo, lo siento mucho, es que ahora estoy en el hospital porque mi padre está enfermo, dije abiertamente como si la conociese de toda la vida.
- Perdona, -se disculpó- no lo sabía, en seguida estoy para allá.
- No hace falta Natalie, yo…
No pude acabar la frase porque me colgó.
Volví a la salita de espera y le pregunté a mi madre si había dicho lago el doctor, pero ella negó con la cabeza. Esperé un rato más pero como veía que el doctor no salía le pregunté a mi madre si podía ir al servicio, ella accedió y me indicó dónde se encontraba.
Me dirigí hacia el baño, pero antes de entrar al baño oí que alguien lloraba en el baño de los chicos. Instintivamente entré, me daba lo mismo que me echaran la bronca o que pensasen mal de mí, esa persona estaba llorando y soy incapaz de ver a alguien sufriendo, así que entré para intentar animarle.
Al principio no sabía dónde se encontraba ese chico pero al final divisé unas deportivas debajo de una puerta de baño. Por suerte no había echado el cerrojo, así que abrí la puerta, pero me llevé una sorpresa al descubrir quien estaba dentro…
Volví a la salita de espera y le pregunté a mi madre si había dicho lago el doctor, pero ella negó con la cabeza. Esperé un rato más pero como veía que el doctor no salía le pregunté a mi madre si podía ir al servicio, ella accedió y me indicó dónde se encontraba.
Me dirigí hacia el baño, pero antes de entrar al baño oí que alguien lloraba en el baño de los chicos. Instintivamente entré, me daba lo mismo que me echaran la bronca o que pensasen mal de mí, esa persona estaba llorando y soy incapaz de ver a alguien sufriendo, así que entré para intentar animarle.
Al principio no sabía dónde se encontraba ese chico pero al final divisé unas deportivas debajo de una puerta de baño. Por suerte no había echado el cerrojo, así que abrí la puerta, pero me llevé una sorpresa al descubrir quien estaba dentro…
CONTINUARÁ…
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